DÍA CUARTO
MES DEL
SAGRADO
CORAZÓN DE JESÚS
extractado
de los escritos de la
B. MARGARITA
MARÍA DE ALACOQUE
ORACIÓN PARA
COMENZAR TODOS LOS DÍAS:
Por la señal de
la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el
nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Poniéndonos
en la presencia de Dios, adoremos su majestad infinita, y digamos con humildad:
OFRECIMIENTO AL PADRE ETERNO.
Oración de Santa Margarita María
Alacoque
Padre eterno,
permitid que os ofrezca el Corazón de Jesucristo, vuestro
Hijo muy amado, como se ofrece Él
mismo, a Vos en sacrificio. Recibid esta ofrenda por mí, así como por todos los
deseos, sentimientos, afectos y actos de
este Sagrado Corazón. Todos son míos,
pues Él se inmola por mí, y yo no quiero
tener en adelante otros deseos que los suyos. Recibidlos para concederme
por sus méritos todas las gracias que me
son necesarias, sobre todo la gracia de la perseverancia final. Recibidlos como otros tantos actos de
amor, de adoración y alabanza que ofrezco a vuestra Divina Majestad, pues por el Corazón de Jesús
sois dignamente honrado y glorificado. Amén.
Se meditan los textos dispuestos para cada día.
DÍA CUARTO
Nuestro Señor pide se instituya una
fiesta en honor de su Corazón, que tanto ha amado a los hombres
Estando delante del Santísimo Sacramento
un día de su octava, dice la Beata, recibí de mi Dios gracias extraordinarias.
Sentirme impulsada del deseo de corresponderle fielmente, dándole amor por amor
y me dijo: «No puedes corresponderme mejor que haciendo lo que te he pedido
tantas veces» y descubriéndome su divino Corazón, «he aquí, me dijo, el Corazón
que tanto ha amado a los hombres, que nada ha omitido hasta agotarse y
consumirse, para probarles su amor; y no recibe más correspondencia de la mayor
parte de ellos, sino ingratitudes, desprecios, irreverencias y frialdades, que
es lo que tienen para mí en este Sacramento de amor. Pero lo que me es aún más
sensible es que son corazones, que me están consagrados, los que obran así. Por
esto te pido que el primer viernes después de la octava del Santísimo
Sacramento, se celebre una fiesta en honor de mi Corazón, comulgando este día y
haciéndole actos de reparación y no menos de consagración a su amor y servicio,
para reparar las injurias que ha recibido durante el tiempo, que ha sido
expuesto en los altares. Yo te prometo por ello que mi Corazón se dilatará,
para derramar con abundancia la influencia de su amor sobre aquellos, que le
tributen este honor o procuren le sea tributado».
«Pero,
Señor mío, ¿a quién os dirigís díjole ella, a una miserable criatura, a una tan
grande pecadora, cuya indignidad sería suficiente para impedir el cumplimiento
de vuestros designios? ¡Tenéis tantas almas generosas, para ejecutar lo que
queréis! «Y qué, le dijo este divino Salvador ¿ignoras que me valgo de los
sujetos más débiles, para confundir a los fuertes, y que ordinariamente elijo a
los más pequeños y pobres de espíritu, porque en ellos es donde mi poder se
manifiesta con más esplendor, logrando así el que. no se atribuyan cosa alguna
a sí mismos».
Primeros homenajes tributados al Corazón
Sagrado de Nuestro Señor en Paray le Mónial
En 1685 la Beata, nombrada Maestra de
novicias, tuvo el consuelo de poder dar principio al culto del Sagrado Corazón.
Lo expresa así: Aun no había encontrado medio de hacer brillar la devoción al
Corazón de Jesús, que era toda mi aspiración. He aquí la primera ocasión, que
su bondad me proporcionó. Habiendo caído en viernes la fiesta de Santa
Margarita, supliqué a nuestras queridas hermanas novicias, cuyo cargo tenía
entonces, que todos los obsequios que tuviesen pensado hacerme con motivo de mi
fiesta, se los hiciesen al Sagrado Corazón de Nuestro Señor Jesucristo. Lo
hicieron de muy buena voluntad, erigiendo un pequeño altar, sobre el cual
colocaron una imagen, también pequeña, de este Corazón, dibujado a pluma sobre
un papel, a la cual tratamos de tributar todos los homenajes, que este divino
Corazón nos inspiró. Esta querida Directora, leemos en las memorias de sus
contemporáneas, empezó a consagrarse lo primero al divino Corazón de Jesús, y
quiso que sus novicias hiciesen lo mismo, mandándolas que escribiesen cada una
la consagración que hiciesen, según su atractivo y según lo que nuestro Señor
les inspirase. A continuación, escribió ella de su mano alguna cosa, conforme a
lo que el divino Corazón le daba a conocer de sus disposiciones.
Pasó todo el día con las hermanas
novicias honrándole, porque habiéndolas preguntado antes, si no serían gustosas
de concederle este placer, el cual no quedaría sin recompensa, dijeron todas
que sí. Después poniéndose de rodillas delante de este pequeño altar, hizo con
ellas un acto de reparación y rezó algunas oraciones, que había compuesto en
honor de este Corazón adorable, las cuales pronunció con un ardor seráfico,
quedando después algunos instantes en silencio, en un recogimiento tan
profundo, que no podía menos de inspirar fe, amor y devoción, aun a las que
menos sentían. Terminó dándoles gracias, repitiéndoles varias veces: “No
podíais, mis queridas hermanas, concederme un placer más grato y sensible, que
el de tributar vuestros homenajes a este divino Corazón, consagrándoos todas a
Él. ¡Qué felices sois en que se haya servido de vosotras, para dar principio a
esta devoción! Es preciso continuar orando, para que reine en todos los
corazones. ¡Oh qué dicha para mí, que el Corazón adorable de mi divino Maestro
sea conocido, amado y glorificado! ¡Ay! Hermanas mías, es el mayor consuelo que
puedo tener en mi vida; ninguna cosa en ella puede cansarme ya placer, más que
verle reinar. Amémosle, pero amémosle sin reserva, sin excepción. Inmolemos y
sacrifiquémoslo todo por conseguir esta dicha, y lo tendremos todo, poseyendo
este divino Corazón de Jesús, que quiere ser todo para el corazón que le ama,
esto es, para el que se decide a sufrir mucho por Él ¡Ay! mis queridas hermanas
añadía, toda nuestra ocupación ha de ser amar y conocer a Dios y todo vuestro
patrimonio, amar su Corazón adorable. Qué felicidad la de poder decir Sí, ¡yo
le amaré y le alabaré por toda una eternidad! Pero para esto es preciso amarle
con fidelidad y constancia, lo mismo en las aflicciones, que en los consuelos y
en todos los acontecimientos de la vida»
Celo de la Beata por la gloria del
Sagrado Corazón
Si supieseis los vivos impulsos que
siento, de honrar al Sagrado Corazón de Nuestro Señor Jesucristo. Paréceme que
no me ha sido dada la vida, sino para esto. ¡No tengo otro deseo, que el de
procurar la gloria a este Sagrado Corazón! ¡Cuán feliz me creería, si antes de
morir, pudiera agradarle en algo!
Soy
insensible a todo lo demás; pero para amarle y hacerle amar, es tal mi empeño
que, aunque tuviese que padecer por este motivo todos los trabajos, penas y
dolores del mundo, se me convertirían en delicias; porque no hay sufrimiento,
al cual no me ofrezca con gusto. Se enciende por instantes en mi corazón un
deseo tan ardiente, de verle reinar en todos los corazones, que creo no hay
nada, que no quisiese hacer y sufrir por conseguirlo, aún las penas del
infierno sin el pecado me serían dulces. Con tal de amarle y verle reinar, esto
me basta. Mi mezquino corazón no es sensible, sino para esto, no respira, no
desea, si no ve reinar el de nuestro buen Maestro en los corazones capaces de
amarle. Todas mis oraciones no tienden sino a este fin. No ceso de aplicar al
sólo interés de la gloria de este Sagrado Corazón, todo el bien que pueda
hacer, o que hagan por mí. Sean tributados eternamente el amor, la gloria y
alabanza al Corazón todo amor, todo amante y todo amable, de nuestro adorable
Salvador, por todo el bien que obrara y producirá en las almas en el
establecimiento del reino de su Sagrado Corazón en los corazones de buena
voluntad
Fórmula para consagrarse al Corazón de
Jesús, propuesta por la Beata
Doy y consagro al Sagrado Corazón de
Nuestro Señor Jesucristo mi persona, mi vida, penas y padecimientos, para no
servirme de ninguna parte de mi ser, sino para amarle, honrarle y glorificarle.
Esta es mi voluntad irrevocable, ser toda suya y hacer todo por su amor,
renunciando de todo mi corazón a todo lo que pudiera desagradarle. Os tomo,
pues, ¡oh Corazón de Jesús! por el único objeto de mi amor, el protector de mi
vida, el garante de mi salvación, el remedio de mi inconstancia, el reparador
de todos los defectos de mi vida, y mi asilo seguro en la hora de la muerte.
Sed, pues, ¡oh Corazón bondadoso mi justificación para con Dios Padre, y alejad
de mí, los rayos de su justa cólera. ¡Oh Corazón amoroso! pongo toda mi
confianza en Vos, todo lo temo de mi debilidad, más todo lo espero de vuestra
misericordia. Consumid en mí, cuanto os desagrade o resista, y que vuestro puro
amor se imprima de tal manera en mi corazón, que jamás pueda olvidaros, ni ser
separada de Vos. Os suplico por vuestra bondad misma, escribáis mi nombre en
vuestro Corazón, pues que quiero hacer consistir mi dicha, en vivir y morir
como vuestra esclava. Así sea.
PARA FINALIZAR
***
Sagrado
Corazón de Jesús, en vos confío.
Inmaculado
Corazón de María, sed la salvación mía.
Glorioso
Patriarca san José, ruega por nosotros.
Santos
Ángeles Custodios, rogad por nosotros.
Santa
Margarita María de Alacoque, ruega por nosotros.
Todos los
santos y santas de Dios, rogad por nosotros.
***
¡Querido
hermano, si te ha gustado esta meditación, compártela con tus familiares y
amigos!
***
Ave María
Purísima, sin pecado concebida.