Día 3- Un hijo siempre es don de Dios

ORACIÓN INICIAL PARA CADA DÍA
¡Oh María! durante el bello mes que te está consagrado, todo resuena con tu nombre y alabanza. Tu santuario resplandece con nuevo brillo y nuestras manos te han elevado un trono de gracia y de amor, desde donde presides nuestras fiestas y escuchas nuestras oraciones y votos. Para honrarte, hemos esparcido frescas flores a tus pies, y adornado tu frente con guirnaldas y coronas.
 
Mas ¡oh María!, no te das por satisfecha con estos homenajes, hay flores cuya frescura y lozanía jamás pasan y coronas que no se marchitan. Estas son las que Tú esperas de tus hijos; porque el más hermoso adoro de una madre, es la piedad de sus hijos; y la más bella corona que pueden depositar a sus pies es la de sus virtudes. 
Sí, los lirios que Tú nos pides son la inocencia de nuestros corazones, nos esforzaremos, pues, durante el curso de este Mes, consagrado a tu gloria, ¡oh Virgen Santa!, en conservar nuestras almas puras y sin mancha y en separar de nuestros pensamientos, deseos y miradas, aún la sombra misma del mal. La rosa cuyo brillo agrada a tus ojos es la caridad, el amor a Dios y a nuestros hermanos; nos amaremos pues, los unos a los otros, como hijos de una familia cuya madre eres, viviendo todos en la dulzura de una concordia fraternal.
En este Mes bendito, procuraremos cultivar en nuestros corazones la humildad, modesta flor que te es tan querida; y con tu auxilio llegaremos a ser puros, humildes, caritativos, pacientes y resignados.

¡Oh María! haz producir en el fondo de nuestros corazones todas estas amables virtudes: que ellas broten, florezcan y den al fin frutos de gracia para poder ser algún día dignos hijos de la más santa y de la mejor de las madres. Amén


"El ángel le dijo: No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios, y concebirás en tu seno y darás a luz un hijo a quien pondrás por nombre Jesús. El será grande y llamado Hijo del Altísimo, y le dará el Señor Dios el trono de David, su padre, y reinará en la casa de Jacob por los siglos, y su reino no tendrá fin." Lc.1, 30-33

Un hijo siempre es don de Dios. Siempre pone en íntimo contacto a los padres de la criatura con el Creador de quien procede toda vida. Siempre significa hallar gracia delante de Él.

El hijo también es una promesa. El anhelo espontáneo de todos los padres es que ese niño llegue a ser grande y que se proyecte hacia la eternidad. Esta realidad hace que el seno de una madre y el hogar que la sustenta se deba considerar como un «santuario de la vida». Es ahí donde se aprende a descubrir el valor único, irrepetible e insustituible de cada vida humana.

María, más que ninguna otra madre, pudo experimentar la vida del Hijo como el don más precioso de Dios y, como ninguna también, proyectó sus anhelos hacia el infinito.

¿Cuáles son las aspiraciones de los padres por los hijos?



PROPOSITO


ORACION:

¡Oh María, Madre de Jesús nuestro salvador y nuestra buena Madre!, nosotros venimos a ofrecerte con estos obsequios que colocamos a tus pies, nuestros corazones, deseosos de serte agradables, y a solicitar de tu bondad un nuevo ardor en tu santo servicio.

Dígnate presentarnos a tu Divino Hijo; que en vista de sus méritos y a nombre de su Santa Madre, dirija nuestros pasos por el sendero de la virtud. Que haga lucir con nuevo esplendor, la luz de la fe sobre los infortunados pueblos que gimen por tanto tiempo en las tinieblas del error, que vuelvan hacia Él, y cambie tantos corazones rebeldes, cuya penitencia regocijará su corazón y el tuyo. Que convierta a los enemigos de su Iglesia y que, en fin, encienda por todas partes el fuego de su ardiente caridad. Que nos colme de alegría en medio de las tribulaciones de esta vida y de esperanza para el porvenir. Amén.





Fuentes: 
-Librito «MES DE MARÍA: Para rezar en familia», texto elaborado por encargo de la Conferencia Episcopal, Departamento de Pastoral Familiar. Padre Jaime Fernández y Padre Miguel Ortega. 1994, año internacional de la Familia.
-Mis propósitos: Mes de María