Reyes, así le llaman, es conductor: lleva 15 años recorriendo Europa con este tipo de viajes y más de 30 al volante de un autobús.
Aquel día era un soleado martes siciliano pero la noche no había sido buena. Se levantó con malestar, le dolían el pecho y un brazo. No le dio más importancia, le esperaban para ir a la residencia de Ancianos de Monreali. Sin embargo, don Salvador, el sacerdote del grupo, que era médico, supo ver más allá. Después de dejar a las voluntarias, dos de las responsables le llevaron al hospital.
Cuando Adolfo entró por la puerta de Urgencias, le estaba dando un infarto de grado tres y en plena operación entró en parada cardiaca. Después de unas horas en estado crítico, salió adelante gracias a los médicos, a los 6 stents que le pusieron en el corazón y según él: “ como iba con el Opus seguro que San Josemaría me echó un cable. ”
Aunque en seguida llegaron sus hijos, las voluntarias fueron diariamente a verle. Hubo que establecer turnos porque no podían estar las 26 en la UCI al mismo tiempo. Reyes se convirtió para ellas en la persona más importante que cuidar, sin desatender por ello a los ancianos de la residencia.
Dos meses después, él y su familia, planean volver a Palermo. Lo recuerdan como un lugar especial: el lugar donde éste verano ha vuelto a nacer.
Fotos y vídeo : Javier Villabrille